domingo, 2 de diciembre de 2012

La oruga
Inmóvil sobre una hoja, la oruga miraba su alrededor:  unos cantaban otros corrían, aquellos volaban.Todos los insectos estaban en continuo movimiento. Sólo ella, pobrecita, no tenía voz, no corría, no volaba.
Con gran fatiga conseguía moverse, pero tan despacio que cuando pasaba por una hoja a otra, le precia haber dado la vuelta al  mundo. Sin embargo, no envidiaba a nadie.
Sabía que era una oruga y que las orugas debían aprender a hilar una saliva finísima para tejer con arte maravilloso su casita. Por eso empezó su trabajo con mucho afán.
Al poco tiempo, y en el momento justo, la oruga despertó ciosa, pintada de mil colores y rápidamente voló a los más alto del cielo.
NO ES BUENO JUZGAR A LOS DEMÁS Y A UNO MISMO POR LAS APARIENCIAS. DETRÁS DE UN EXTERIOR VULGAR Y FEO PUEDE OCULTARSE LA VIRTUD MÁS BELLA

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